el agua, el vapor y el hielo
el agua
mientras más pasaba el tiempo, mientras más se movía el mundo, despacito, con flojera, con la eterna y acostumbrada pereza de tener billones de años hasta ser succionado por un gran gigante rojo, más se le va haciendo líquido el humor y el pensamiento. los cambios son inesperados, pequeños y rápidos. se columpia de una risa sonora y abierta a la tristeza de los ojos cerrados; cuando los abre, el infinito se le presennta en toda su lejanía y su cercanía. se le va nublando el día, se le hace poca la vista. cuando se levanta hay que esperar a que las pupilas se decidan a dejar pasar la luz, toda la luz. y en medio del río que se va volviendo lentamente, entre todos los cambios repentinos y anonadantes, hay un pequeño gran hilo entre púrpura y azul, entre lluvia y agua salada.
el vapor
el hilo parece no terminarse nunca y va soltando su color purpúreo y azuloso por todo el río. todo en él es sonido y calentura. el agua que estaba se siente menos y menos, se va bajando de por encima de la cabeza en donde a algunos les da mucho miedo porque a veces no deja ver bien. se van cambiando las opciones hasta que sólo queda una con muchas variantes. todas se acomodan, se acomodarán. después de que la boca deje de abrirse como de pescado y empiece a desdoblarse como hoja de libro.
el hielo
y luego se deja ver el hielo al que está atado el hilo. y el hielo es inevitable. pero está ahí por las razones equivocadas. pero también las correctas. el hielo es inderretible. es destructible con la destrucción de las cosas que se tardan en irse consumiendo y de las que después ya no queda nada. pero como casi todo, no importa, porque en meses, en algunos pocos largos meses, ya no va a quedar nada de nadie. nadie que importe.