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La gente francesa tiene la estúpida habilidad de hacer que uno se sienta imbécil, poco sofisticado y, en pocas palabras, una de hecho, menos, con sólo verte y sonreír con su boca llena de dientes chuecos y semi podridos. Me vale. Ahorita me vale. Porque la película estuvo con ganas, porque salí muy muy contenta y había pensado que no sería así. Porque para mí, Trelawney es lo que fue Snape hace dos años y medio y porque Lupin tiene cicatrices y Fred y George se ven todos setenteros. Así que al caño con la gente francesa.