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febrero 19, 2004

Más allá de eso, me hacía mucha falta París. Debo confesar que esta vez fue muy diferente. Las naranjas suculentas, el pastel más delicioso del mundo, los coqueteos de la torre, los pisos en flash y la diferencia de los Pablos. Y claro, lo que se quedó igual fue igualmente hermoso, excepto que invernal. Pero de todo, ya se sabe, el metro. EL METRO PARISINO.